Campeonatos en el recuerdo

campeonato raro:el de lalo ramos pegandose el palo bajo el agua no recuerdo que eso haya pasado otra vez

jajajaja, querés decir que con una piña se pueden evitar lograr tomar ciertas medidas en la revision tecnica? sabiendo que aunque no gane igual se sale campeón? o que otra cosita sospechosa? jajajaja

alguien recuerda algun otro choque en el lugar ese donde se fue Lalo??

AQUEL CAMPEONATO DE 1976 (PARTE IV)
Por Pablo Vignone





El campeonato 1976 de Turismo Carretera iba a definirse el domingo 19 de diciembre de 1976. En los papeles, era el Gran Premio de la Montaña, organizado por el Auto Moto Club Carlos Paz, con la figura de Alcides Raies como promotor. Pero las carreras en ruta estaba suspendidas en todo el ámbito de la República Argentina, a causa de los accidentes registrados en la Vuelta de Salto, menos de dos meses antes.
El Automóvil Club Argentino, que tenía acordada la última fecha para organizar su tradicional Gran premio, intentó reemplazarlo con una carrera en Rafaela. La Asociación Corredores Turismo Carretera se pronunció por la negativa: esgrimían que el acuerdo alcanzado en 1974 estipulaba la realización de competencias de TC en autódromos solo en Buenos Aires.
Así que Raies cortó por lo sano y trasladó el GP de la Montaña a Buenos Aires. La Asociación Corredores Turismo Carretera se pronunció, otra vez, por la negativa: esgrimían que el acuerdo citado estipulaba la realización de solo tres (3) competencias por año en autódromo, y todas ellas ya se habían disputado.
No hubo lugar: el TC compartió el programa con el Turismo Nacional -que para entonces era la categoría que más nombres y autos reunía- en el Autódromo, que en marzo había dejado de llamarse “17 de octubre”...
A esa definición llegaban Héctor Luis Gradassi, piloto de Ford y ganador de tres carreras en el año (casualmente, las tres disputadas anteriormente en Buenos Aires...) y Robero José Mouras, piloto de Chevrolet, vencedor de seis competencias en la temporada, todas ellas de manera consecutiva... aunque en ese momento no se sabía.
Efectivamente, porque la victoria en la Vuelta de Monte, disputada en agosto, estaba en dudas: Jorge Cupeiro, ganador en el camino y luego desclasificado por presuntas irregularidades en el block motor de su cupé Dodge, había apelado la decisión. Y tres meses después, la Confederación Argentina del Automovilismo Deportivo (CADAD), que era la que fiscalizaba la actividad entonces, no se había expedido sobre el particular: estaba enfrascada en un lucha política con el ACA, que quería recuperar el poder deportivo para la Comisión Deportiva Automovilística (CDA). CADAD apoyaba a la ACTC en contra del ACA, que quería acabar definitivamente con las carreras en ruta. Una disputa en la que anidaba la decisión, tomada dos años y medio más tarde, de la ACTC de emprender el camino de la autofiscalización.
Volviendo al campeonato: en condiciones ideales, Gradassi y Mouras estaban igualados en 129 puntos. Pero como la apelación no estaba resuelta, el piloto de Carlos Casares no podía computar a su favor los puntos del triunfo en Monte, de manera que largaba la última carrera seis puntos debajo del cordobés. A Gradassi, cuya cosecha de triunfos era la mitad de la que podía exhibir Mouras, le bastaba terminar delante del Chevrolet para retener la corona que había ganado en 1975.
Parecía todo servido para una gran definición. Pero eso solo en la superficie. La realidad era que los Ford oficiales se veían favorecidos por la elección del escenario: Gradassi había ganado allí las tres carreras de 1976, además de haber logrado una victoria antológica el 20 de octubre de 1974, cuando pasó por afuera, en el Curvón Salotto y a poco de la bandera a cuadros, al Falcon de su coequiper Juan María Traverso y al Chevrolet de Carlos Marincovich... Dos años después, sería magnánimo con ambos.
A pesar de la presión de la ACTC, cuyos dirigentes intentaron evitar que los asociados se presentaran a correr, hubo 31 autos anotados. El Falcon estaba mejor puesto a punto para la pista que el Chevrolet, y el equipo oficial que capitaneaba José Miguel Herceg estaba dotado de mejores recursos logísticos. En clasificación caminaban mejor pero en carrera... serían forzados por el Chevrolet equivocado. En la primera serie, Gradassi se impuso por tres segundos sobre Marincovich. En la segunda, Traverso le ganó fácilmente a Ricardo Iglesias. La final iba a disputarse bajo una molesta lluviecita que ahuyentaba a los hinchas aunque favorecía aún más las chances de los Ford. Pero Gradassi y Cía ni siquiera llegaron a precisar esa mano adicional.
“Es muy feo tener que terminar el año así, mirando la carrera desde lo boxes”. Desde la humildad que no había perdido ni aún en las horas más arrebatadas que generaba el rosario de victorias consecutivas, Roberto José Mouras hacía de la resignación un culto. “El auto funcionaba muy bien pero en la serie se cortó la correa dentada y al bajar la presión de aceite, el motor se resintió. Cuando salí a dar la vuelta previa a la final, se terminó de fundir”. El cierre es de antología, una pinturita perfecta de lo que era Mouras como tipo: “No lo lamento tanto por mí sino por quienes me ayudaron durante la temporada. Es cuestión de ponerse a pensar en el año que viene”.
Mouras, el gran ganador del '76, no llegó siquiera a tomar partido de la última final del año. Gradassi largaba desde la mejor posición de partida y antes de ver caer la bandera argentina -así se largaba entonces cada carrera- ya se sabía campeón.
Por eso no reaccionó cuando Carlos Marincovich, con su Chevrolet dorado, igualito que el de Mouras, lo pasó a la salida de Salotto, y poco después lo dejó pasar a Traverso. Que entre ellos decidieran el triunfo que él mismo les había negado dos años antes. Un Chevrolet iba en punta, pero no era el que los hinchas de la marca querían: ese se había quedado mudo, encerrado en un box. A cuatro vueltas del final, el piloto de Ramallo dobló por afuera en la Horquilla, aguantando a la Chevy y al quedarle la cuerda en la entrada a la recta, aceleró mejor y se quedó con la punta y con la carrera.
Tercero, Gradassi, se quedó con el título. Los números fríos cantaron el siguiente resultado: Gradassi, 138 puntos; Mouras, 129.
“Fue un año difícil, peleado como pocos. Cuando llegó la serie de Mouras no perdí la ilusión de volver al título: sabía que los puntos de un segundo o tercer puesto iban a ser importantes al fina y así fue. Recién me sentí campeón cuando ví que Mouras no podía largar la final. Pero igual salí a pelear la carrera para cumplir con la gente que nos alentó desde las tribunas. Claro que después, cuando comprobé que Traverso y Marincovich venían demasiado entusiasmados, los dejé pasar para que ellos también se divirtieran un rato”. El monólogo de Héctor Luis Gradassi cierra un año vibrante y estremecedor.
¿Mereció el cordobés quedarse con el título? Su campaña incluyó tres triunfos en once carreras, pero también tres segundos puestos (en Bahía Blanca, Monte y Olavarría) y cuatro terceros puestos (en 25 de Mayo, Las Flores, el GP del Llano y Buenos Aires). En once carreras, solo abandonó en una ocasión, en la primera competencia de Olavarría. En las diez restantes, subió al podio. Su regularidad fue impresionante.
¿Fue injusto que Mouras perdiera el título? El piloto de Carlos Casares ganó 6 de las once carreras del año: Bahía Blanca, Las Flores, Olavarría, el GP del Llano, Monte y otra vez Olavarría. Pero, más allá de esa racha impresionante -y que todavía se sostiene como record- solo logró un tercer puesto, en la apertura del torneo en Buenos Aires. Tuvo tres abandonos (en 25 de Mayo y en las dos últimas carreras del Autódromo) y fue 12º en la restante.
Si el puntaje se hubiera ajustado estrictamente a la categorización por distancias recorridas (la escala de 16-10-6-4-2 para las pruebas de hasta 150 kilómetros, la de 24-15-9-6-3 para las de 150 a 500 kilómetros, y la de 40-25-15-10-5 para las de más de 500 kilómetros), Mouras habría ganado el título. Pero las carreras del Autódromo -todas- fueron considerados de la segunda especie. Y a muchas de las carreras de ruta, con más de 150 kilómetros de recorrido, se les aplicó la escala más baja.
Pero, si se aplicara el puntaje actual -considerando exclusivamente las finales, no los resultados en las series, el campeonato habría quedado así:
Gradassi: 160 puntos.
Mouras: 137,50 puntos.
Con la óptica actual, el cordobés habría ganado también el campeonato.
¿Y si se hubiera usado el puntaje actual de Fórmula 1? Entonces, la cosa sería así:
Gradassi: 78 puntos.
Mouras: 66 puntos.
¿Fue justa la consagración de Gradassi pese a haber ganado la mitad de carreras de su rival? ¿Fue injusta la amargura de Mouras pese a haber sido mucho menos regular que su adversario?
Los hinchas tienen la palabra.

Anecdotas

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Se disputaba la prueba de Turismo Carretera “Gran premio Ciudad de La Plata” `por noviembre de 1983 en el circuito Los Hornos.

Cuando los pilotos realizaban la vuelta previa de reconocimiento, Juan José Pellegrini, el hombre de Carmen de Areco, detecta que tiene una falla en el cardan de su dodge. Una vez completado el giro se encolumna en la largada y charlando de auto a auto con Octavio Suárez, piloto que compartía esa fila, Pellegrini le comenta que lamentaba no poder largar a causa del desperfecto detectado, ya que tenía auto para ganar. A lo que Octavio, sin mediar palabra, se baja del auto corriendo y se dirige al comisario deportivo Carlos Hidalgo, manifestándole que demorara la largada porque había gente que invadía la última chicana del circuito, que se encontraba muy distante. De esa manera se demora la largada y el personal de seguridad junto a policías y bomberos se dirigen a ese lugar para retirar el público invasor. Aprovechando ese tiempo, Octavio Suárez le manifiesta a Juan José Pellegrini que va a pedir ayuda al público para levantar el auto en su parte delantera para que pudiera cambiar el cardan. A lo que el público hizo una rampa humana y de esa forma en pocos minutos cambiaron el cardan y pudo largar la carrera.
La misma fue peleada palmo a palmo por Mouras y Castellano y vaya paradoja, ¡¡la misma fue ganada por Juan José Pellegrini!!
La parte técnica por la cual Octavio Suárez determinó esa “picardía” reglamentaria fue a causa de que si el vehículo entraba a boxes para reparar, debía realizar la largada de ese sector una vez reparado, perdiendo toda posibilidad de pelear algún puesto.
En esa carrera, participó el Diego Ricardo Vassolo, con el dodge “ciudad de Tres Arroyos”, con muy buen suceso, consiguiendo un meritorio décimo primer puesto.

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